Los padres de Suzie McCash jamás se arrepentirán de haberle enseñado cómo y cuándo marcar la línea de emergencia. La pequeña llamó cuando vio inmóvil en un sillón a su madre, que rápidamente fue atendida gracias a la rápida reacción de la menor.
Foto: BBC Mundo
El haberle enseñado a Suzie McCash, de cuatro años, cuál era el número de emergencias, cómo y cuándo debía marcarlo, hizo la diferencia entre una tragedia y lo que fue un acto heroico de la pequeña. Sus padres le habían dicho que, si había problemas y ningún adulto de confianza cerca, debía buscar un teléfono y marcar 999 (número de emergencias de Tynemouth, un pequeño pueblo al norte de Inglaterra), algo que Suzie no dudó en hacer cuando vio a su madre inmóvil en el sofá. Rowena McCash, madre de la menor, había sufrido una reacción alérgica de la que su hija la salvó al llamar al 999 y darle al centro de atención todos los detalles de lo que le sucedía.
– Hola. Habla con la policía. ¿Cómo podemos ayudarle? – dijo el agente Adam Hall al contestar la llamada
– Mamá no contesta todavía. No sé por qué, pero no contesta – respondió Suzie.
– ¿Y qué está haciendo tu mamá?
– Está sentada en el sofá, sin hacer nada.
– ¿Tiene los ojos abiertos?
– No. Los tiene cerrados.
Audio de la niña:
Esos primeros quince segundos de conversación entre Suzie y el agente Hall, quien contestó la llamada en la línea de emergencias, bastaron para que él supiera que algo no estaba bien.
De inmediato le preguntó a la pequeña si su madre estaba herida o alguien le había hecho daño. Con mucho rigor, Suzie contó paso a paso qué hacía su mamá antes de la situación. “Estaba trabajando en la calle, pero ahora se encuentra fatal”, le dijo al agente, antes de que él le preguntara por su edad y se impresionara porque una niña de cuatro años lograra llamarlos y reportar una enorme emergencia para la pequeña Suzie, como era el riesgo que corría la vida de su madre.
Como pudo, la madre pasó al teléfono y solo pudo decir tres palabras. “Aló. Sí. Alergia”. Ahí el agente Hall comprendió que no era un simple desmayo o algo menor, sino que realmente Rowena estaba en grave peligro. Así que de inmediato envió una ambulancia al sector de donde había salido la llamada, pero había aún un problema. ¿Cómo iban a saber qué casa era y cómo iban a entrar?
El turno de convertirse en protagonista de la historia fue para el Hall, quien empezó a motivar a la niña para que se convirtiera en la gran heroína. Le pidió que fuera una “niña grande” y abriera la puerta de su casa. Suzie nunca colgó la llamada, y minutos después se alcanza a escuchar cómo intenta, sin éxito, abrir la puerta pues no alcanza la chapa. Segundos después, quién sabe cómo, la pequeña logró abrir la puerta. “¡Está abierta!”, exclamó airosa Suzie. A los pocos segundos empezó a acercarse una ambulancia a la casa de los McCash y el agente felicitó a Suzie por haber llamado y le prometió que a su mamá la iban a ayudar.
La pequeña se llevó el premio de una visita a la comisaría
¿Qué pasó?
Rowena McCash sufre una enfermedad que la obliga a tomar medicamentos diariamente. Incluso eso les contó a los policías la hija de Rowena cuando llegaron y le pidieron detalles de qué hacía su mamá antes de sentarse en el sillón. Los médicos le dijeron que había sufrido una anafilaxia, que consiste en una grave reacción alérgica en todo el cuerpo a un químico con el que la madre tuvo contacto cuando estaba frente al hogar haciendo sus labores Incluso dejó de respirar, por lo que la llamada de Suzie fue, literalmente, un soplo de vida para su progenitora.
Rowena McCash se recuperó después de ser trasladada al hospital.
Fue así que la inteligencia y perspicacia, pero, sobre todo, el amor de Suzie por su madre, logró salvar a Rowena en una también extraordinaria reacción de la policía y los paramédicos del pequeño pueblo inglés que hoy cuenta con una nueva y pequeña heroína que hasta fue felicitada por el departamento de policía local, que la invitó a pasar un día en el centro de emergencias con el que interactuó para que hoy su madre estuviera a su lado y no fuera de este mundo.
Fuente: El Espectador.com y BBC Mundo